El primer tramo de la etapa es espectacular, por el antiguo pavimento de la Vía Cassia todavía en casi perfectas condiciones. Una vez descendemos al llano nos podemos relajar en las termas de Bagnaccio, una serie de pozas de agua caliente visitadas desde siempre por los peregrinos de la Vía Francígena, para finalmente llegar a Viterbo.
El agua es escasa y no hay puntos de descanso a lo largo del recorrido.